Porque
uno se pregunta, decente y pensantemente: ¿Qué les pasa a esos que
ahora les dio por preocuparse por Siria? Y entonces Julio Borges dice
que no debería importarnos porque no sabemos ni dónde queda Siria, o
sea, lo mismo que yo le dije a la Tuti: si uno no sabe ni dónde queda
eso, o sea, es porque no importa. O sea, no es como Disney que todo el
mundo sabe dónde queda, que todo el mundo quiere ir y si hubiera una
guerra en Disney, o sea, ¿Te imaginas? o sea, me muero, aunque no esté
allá pero, o sea, me muero…
Y no es que pensamos igualito solo de eso. Recuerdo cuando Julio sacó
unas latas de sardina en la Asamblea y los chavistas hurriblis se
burlaban porque decían que eran latas de atún, o sea, y a mí me pasa
igualito, y a casi toda la gente nice, porque lo que no entienden los
chavistas, que nunca entienden nada, es que la gente como Julio y yo
tenemos cocinera, así que ni nos molestamos en saber de latas de nada.
Además, o sea, ¿quién come sardinas? Yo no conozco a nadie que las coma y
mira que tengo casi dos mil amigos en Facebook, o sea…
Y cuando Julio saca cuentas, o sea, sé que es mi alma gemela. Es que a
mí también me choca la regaladera, sobre todo cuando los regalos no son
para mí, o sea, entonces me pongo en los zapatos de Julio, aunque yo
calzo 37 por lo que preferiría ponerme en los zapatos de Maricori que
son súper más carísimos y súper más chic, o sea, pero me pongo en los
zapatos de Borges y siento la misma rabia que él siente cuando ve cómo
con los reales de Pdvsa que antes le regalaban a él, ahora construyen
edificios hurriblis para los pobres ¡y peor!, les pintan los ojos de
Chávez arriba. ¿Ustedes saben cuántos Primeros Justicias se podrían
fundar con lo que gastaron en esos edificios? ¿Cuánta libertad se puede
comprar con lo que gastaron en esa pintura que nos mira desde arriba
para matarnos del susto?
Total, que muchos de esos edificios, como Siria, uno ni sabe dónde quedan, o sea.
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