Las tribus indígenas, sostuvieron una tenaz
lucha contra el invasor español,
donde el
conocimiento de materiales
bélicos de la época jugo papel
importante en el exterminio de los grupos
aborígenes.
Los caribes, al igual que otras tribus, mostraron una
resistencia
implacable contra quienes buscaban someterlos en su propia
tierra. Los
caballos, perros
amaestrados, arcabuces, fuerte vestidura y una gran experiencia
en el arte de la
guerra no lograron extinguir el grito de libertad que
retumbaba en las montañas venezolanas, con flechas y
lanzas combatieron con tenacidad regando los campos de batalla
con su sangre
americana.
Esta lucha encarnizada duró varios años de
enfrentamientos; hubo episodios de heroísmo, destacando el
ímpetu y gallardía de valientes caciques como:
Guaicaipuro, Baruta, Chacao, Tamanaco, entre otros.
Aramaipuro
Este cacique fue uno de los jefes de los temibles
mariches. Formó parte de la coalición de caciques
que se enfrentó a Losada en Maracapana. Bajo su mando
actuaron los caciques Chacao y Baruta, y como una especie de jefe
de estado mayor
participó el cacique Aricabuto.
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Según Oviedo y Baños, Aramaipuro se
presentó con un ejército integrado por tres mil
flecheros. Fue la más grande concentración
indígena en un batalla concebida para destruir al invasor.
La estrategia fue
tan bien planeada que Diego de Losada sólo se
enteró del peligro cuando ya la mayor parte de las tribus
se había reunido.
Aramaipuro y sus hombres esperaron a Guaicaipuro, pero
al no llegar éste tomaron la decisión de retirarse
sin presentar batalla. Sólo Tiuna y sus bravos se
quedaron, pelearon y murieron.
Aramaipuro siguió peleando muchos años y
ya viejo se retiró con sus hombres hacia la costa
oriental, en donde se enfrentó a Sir Walter Raleigh, que
en 1595 asaltó Cumaná, donde murió. Los
piratas atraparon a su hija Urimare que fue destinada como trofeo
de guerra para
Raleigh, pero la agilidad y coraje de la muchacha la ayudaron a
fugarse del bergantín inglés,
ganando a nado la costa, pero al llegar a la playa los
españoles la hicieron prisionera. Varios meses estuvo
Urimare esclavizada por los íberos, hasta que un
día, ante el intento de violación de uno de los
soldados, Urimare lo hiere mortalmente y huye. Llega a las
tierras de Guaicamacuto. El viejo cacique la hace su hija
adoptiva. Cuenta la leyenda que Urimare, la hija del gran
Aramaipuro, consiguió que la tribu de su padre la
obedeciera y se convirtió en la primera mujer en gobernar
en este territorio. Al principio, combatió a los
españoles, pero aconsejada por su padre adoptivo decide
hacer la paz.
Arichuna
Arichuna pertenecía a la tribu de los jiraharas,
ubicando su radio de
acción en la región de lo que hoy es Lara y parte
de Yaracuy. Se formó bajo las órdenes del cacique
Queipa y a la muerte de
éste, fue seleccionado para dirigir la tribu con el rango
de cacique. Luchó al mismo tiempo contra los
españoles y contra otra tribu enemiga dirigida por el
cacique Guaratarí.
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Fue el primer cacique que tuvo que ver con la Santa
Inquisición, debido a su amistad con Juan
Fernández, de origen morisco-portugués, quien fue
acusado de herejía por el Tribunal Inquisidor y condenado
a muerte.
Arichuna, que había aceptado la paz, y que se dedicaba al
comercio de
especias con los españoles, no pudo creer que aquel
hombre, de
buenos sentimientos pudiera ser un hereje. Trata de interceder en
su favor. El Gobernador Juan de Leiva no quiso tomar cartas en el
asunto y Arichuna decide salvarle la vida a su amigo, ataca la
prisión, en Valencia, y logra liberar a Juan
Fernández. Este hecho ocurrió a finales de 1556.
Pasado cierto tiempo, obtuvo el
perdón, pero su agradecimiento por Arichuna fue tal que
jamás abandonó la tribu.
Arichuna vivió muchos años comerciando con
los españoles y éstos lo tuvieron siempre en alta
estima.
Baruta
Hijo de Guaicaipuro y de Urquía, Baruta recibe de
manos de su madre el penacho con plumas rojas, que había
usado su padre, al tiempo que le decía:
"Sean estas plumas rojas el símbolo de la
sangre de tu
padre y de tu pueblo derramadas por el invasor que viene a
arrebatarnos nuestra tierra.
Defiéndelas con honor."
Baruta no solo atacaba al enemigo, sino que con
frecuencia establecía pactos y alianzas con otras tribus
rebeldes y obtenía grandes victorias. Sin embargo, en un
enfrentamiento contra los españoles es hecho prisionero y
conducido ante Garci González de Silva, que para ese
momento era el Regidor del Cabildo, y le explica el plan que tiene
España
para desarrollar la zona y darle mayor bienestar a sus
pobladores. Le ofrece la libertad a
cambio de la
firma de un tratado de paz aceptado por el cacique.
Baruta fue un gran jefe en la paz, gozó de la
máxima consideración de los españoles,
respetaron su autoridad y
sus tradiciones, cooperaron con él,
enseñándole nuevas técnicas
ganaderas y de cultivos.
Al morir Baruta fue enterrado con su rito. Más
tarde, en 1620, el Gobernador Francisco de La Hoz Berríos,
constituyó en su honor, en el sitio donde vivió el
cacique, una parroquia con el nombre de San Francisco de Paula de
Baruta.
Catia
El cacique Catia ejercía su mando en el
territorio ubicado desde la fila que ocupaban los mariches,
siguiendo toda la serranía que circunda a Caracas, hasta
el litoral. Le gustaba enseñar a los jóvenes
guerreros y entre sus alumnos estaba el inmortal cacique Tiuna.
Supo ganarse la amistad de
numerosos caciques y jefes de tribus. Fueron sus aliados, entre
otros, Guaicaipuro, Mamacuri, Guaicamacuto, Naiguatá,
Chacao, Baruta y Prepocunate, con cuya colaboración obtuvo
significativas victorias. Derrotó a las huestes de Garci
González en el valle de Los Guayabos. Era gran estratega,
fue piache, con grandes conocimientos de hechicería, magia
y artes curativas.
Cuando murió Guaicaipuro, quiso recomenzar sus
proyectos para
enfrentar al enemigo y se entrevistó con sus caciques
amigos, pero cansados de combatir, desmoralizados por la muerte de
Guaicaipuro y después de la batalla de Maracapana, ninguno
de ellos quiso volver a los enfrentamientos
aborígenes.
Muere en Los Teques, en 1568, luchando contra las tropas
de Diego de Losada.
Cayaurima
Cacique cumanagoto de formidables atributos para la
lucha, logró que numerosas tribus vecinas e incluso
lejanas se unieran a la suya en la contienda a muerte contra
el invasor.
En 1520, hace frente a los españoles asentados en
Nueva Andalucía, hoy Cumaná. En una de esas
batallas dan muerte al gobernador, capitán Diego
Fernández de Zerpa, primer mandatario español en
esa población.
Cayaurima se caracterizó por su cojera, producto de
una estocada de lanza recibida en combate. Cae muerto en una
celada que los españoles le tendieron, cuando merodeaba un
campamento castellano.
Chacao
Chacao, llamado el Hércules americano, de raza
caribe, gobernaba justamente en la región caraqueña
que hoy lleva su nombre, pero su dominio iba mucho
más allá, acercándose a Los Teques. Su
aspecto físico era impresionante, era de gran
tamaño, tenía audacia y una capacidad muy especial
para preparar ataques tipo comando.
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Su cacicazgo lo ejercía con sentido
democrático y no se recuerda ninguna injusticia cometida
contra su gente. Era respetuoso de las normas y de las
tradiciones que regían a su pueblo, inclinándose
fuertemente por la ayuda a los más débiles,
especialmente niños y
mujeres.
Su territorio lo defendió con tesón y
empuje. Se alió con Guaicaipuro y participó en la
coalición de jefes que durante siete años
mantuvieron el control sobre
todo el valle de los Caracas y la región montañosa
de los indios Teques. En 1567 el indio Chacao se enfrenta a Juan
de Gámez, oficial de Diego de Losada, quien lo reduce a
prisión. Al saber Losada que el bravo Chacao es su
prisionero, decide dialogar con él y recobró su
libertad. En 1568 renueva su alianza con Guaicaipuro y con sus
hombres acude al sitio de Maracapana, serranía adyacente a
Caracas.
Conocida su inclinación a ayudar a los
débiles, especialmente a los niños y
mujeres, se le hace saber que un capitán llamado Catario
había secuestrado a dos indiecitos y que los tenía
esclavizados, juró rescatarlos y devolverlos sanos y
salvos a su familia. Chacao
fue a rescatar a los niños, entró con gran destreza
al campamento español y los liberó. Los hombres de
Chacao observaron que su jefe estaba gravemente herido, fue
atendido de inmediato por su piache, pero ya no había nada
que hacer, el cacique había perdido mucha sangre. Su
muerte causó un profundo dolor en su pueblo.
Chicuramay -Cuaicurián
Chicuramay fue uno de los veintitrés caciques que
fueron condenados a muerte después de la
desaparición de Guaicaipuro, por una cruel decisión
de la Alcaldía de Caracas, que deseaba alcanzar
rápidamente la pacificación del valle. El alcalde
los hizo aprisionar, los juzgó sin pruebas y los
condenó a muerte. Chicuramay era un cacique muy joven,
valiente y amado por su gente, lo que motivó que uno de
sus guerreros, el bravo Cuaicurián, se presentara a los
jueces, que eran Pedro Ponce de León y Martín
Fernández de Antequera y les afirmara que estaban en un
error y que el verdadero cacique Chicuramay era él.
Sorprendidos los dos funcionarios por la aseveración,
procedieron a interrogarlo y quedaron convencidos, ya que
Cuaicurián era un joven fuerte con dotes de mando y con
conocimientos de las operaciones de su
tribu.
Cuando Chicuramay recibió la noticia de que
estaba en libertad, no imaginó nunca la dolorosa
razón que la causaba.
Cuaicurián fue torturado por indios mercenarios,
al igual que los otros 22 caciques, y al despuntar el alba fue
salvajemente asesinado. Era el año 1569. Chicuramay
tembló de ira al saber toda la verdad y buscó
venganza. Averiguó que el asesino había sido un
hombre de
apellido Portolés, que trabajaba como asistente de
Fernández de Antequera y le quitó la
vida.
Conopaima
Hombre de confianza de Guaicaipuro, alcanza el cacicazgo
después de la muerte de éste. Se cree que fue de
origen caribe, procedente de lejanas tierras. Llegó a las
proximidades de Los Teques y se radicó en El
Peñón.
Venció en muchas peleas al lado de Guaicaipuro y
una de sus más sonadas victorias fue la de Las
Adjuntas.
En enfrentamiento con Garci González de Silva, en
el sitio de Los Carrizales, en 1572, donde al bravo Sorocaima le
es amputada la mano, el cacique Conopaima decide buscar la paz
con el invasor y se retira de la lucha. Más tarde se
arrepiente de su determinación y vuelve a la lucha contra
el enemigo. Una noche, estando con su esposa a orillas del
río Macarao los españoles los emboscaron y les
dispararon para matarlos. La mujer del
cacique resultó herida. Conopaima la tomó en sus
brazos y ya en la curiara decidió hundirse con ella para
morir juntos, pero no fue necesario, un soldado acabó con
la vida del cacique.
Guaicaipuro
Nacido en Caracas en 1530 y guerrero de confianza del
gran Cacique Catuche, asume el cacicazgo a los 20 años de
edad, cuando este cacique muere. Guaicaipuro gobernaba a los
Caracas y los Teques, ejerciendo directo control sobre los
seis caseríos que circundaban su cuartel general en
Suruapo.
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En 1560 el Gobernador Pablo Collado nombra a Juan
Rodríguez Suárez, Teniente General de la Provincia
de Caracas y le ordena pacificar a Guaicaipuro. Rodríguez
se alía con el mestizo Francisco Fajardo y vence al
Cacique de los Teques en las batallas de San Pedro y La
Quebrada.
Fajardo intenta fundar un caserío en lo que hoy
es Catia. Sin embargo, ante un ataque ordenado por Guaicaipuro y
ejecutado por Paramaconi, el recién fundado caserío
(1560) es arrasado. El año siguiente, en 1561, Juan
Rodríguez Suárez refunda el caserío con el
nombre de Villa de San Francisco, pero corre la misma suerte que
el anterior.
En enero de 1562, Guaicaipuro y Terepaima enfrentan y
matan al Capitán Luis de Narváez. Guaicaipuro
convoca entonces a una alianza estratégica de todos los
caciques de la región, aceptan el pacto los jefes Baruta,
Naiguatá, Chacao, Aramaipuro, Guaicamacuto, Paramaconi,
Terepaima y Chicuramay. Durante años esta alianza se
mostró triunfadora, pero Guaicaipuro perdió su
oportunidad en Maracapana, en 1568, batalla clave en la que
participaron todas las tribus aliadas. Derrotados por el
ejército conquistador en forma contundente, la
coalición se disuelve y los jefes regresan a sus tierras.
Guaicaipuro se refugió en Suruapo. Ese mismo año
ataca a Diego de Losada, esté ordena al Alcalde Francisco
Infante que ataque a Guaicaipuro en el propio sitio de Suruapo,
Infante buscó indios pacificados y fieles a España que
conocian el modo de llegar a la vivienda del cacique. En Suruapo
penetraron hacia el caney del jefe indio, Guaicaipuro tomó
la espada y dio muerte a los que lo atacaron. Se guareció
luego en su choza, pero los españoles le prendieron fuego
y conminado a rendirse el cacique no aceptó y
prefirió morir atrapado por las llamas.
Guaicamacuto
Este cacique de la tribu de los caribes se
caracterizó no sólo por ser calculador y astuto,
sino también, por ser negociador con sus homólogos
y jefes indígenas Comandaba la costa litoral venezolana,
desde La Guaira hasta Oriente.
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En 1555 inicia su entrada en la historia al recibir al
mestizo Francisco Fajardo en forma pacífica.
En 1558, Guaicamacuto en unión con el indio
Paisana, dirigió la rebelión contra los
españoles.
Promovió la Alianza de Uvero con Terepaima, Catia
y Paramacay. Atacó a Rodríguez Suárez, unido
a Terepaima y Guaicaipuro en el sitio de Las Lagunas, donde
perdió la vida el capitán
español.
En 1568 se unió a Guaicaipuro en la batalla de
Maracapana.
Más tarde decide pactar con Losada lo que le
permitió regir en paz los designios de su pueblo hasta que
le sobrevino la muerte a edad avanzada.
Guaratarí - Queipa –
Mamacurri
En 1555 Alonso Díaz de Moreno funda la ciudad de
Valencia del Rey e inicia tratos con los caciques, con el fin de
pacificar la región. Queipa, uno de los caciques
más influyentes de la zona, pacta la paz con el
conquistador, pero el Cacique Guaratarí no le perdona lo
que considera una traición y le declara la guerra a
ambos.
Guaratarí enamorado de la princesa Tibaire, hija
de Queipa, envía a el Piache El Tiznado a negociar la
boda, lo que fracasa y Guaratarí, lleno de furor, inicia
una terrible guerra contra el cacique Queipa y su tribu; en ese
enfrentamiento el jefe jirahara muere en las manos de El Tiznado.
Guaratarí también elimina al cacique Mamacurri y
sigue la guerra contra España, sin coordinar con otros
caciques, hasta que un día murió su fiel Tiznado y
más tarde, él pierde la vida al enfrentarse a los
arcabuces españoles, en una batalla cercana a
Valencia.
Guarauguta
Este cacique intensificó sus ataques contra el
Capitán Diego García de Paredes en 1562 quien es
llamado a España y designado gobernador de la provincia de
Popayán y cuando venía a tomar posesión de
su cargo, en 1563, decide descender en Cabo Blanco, Venezuela, y
es atacado por el cacique Guarauguta y pierde la vida al lado de
sus lugartenientes Alonso Zapata y Francisco de Las Casas. Pocos
hombres pudieron salvar sus vidas. Huyen en su barco y viajan
hacia Borburata, esto le dio fama al cacique Guarauguta, quien
intensificó sus ataques contra los invasores. El
capitán Gómez de La Peña, vence al guerrero,
quien muere acribillado en los alrededores de Catia La
Mar.
Manaure
Manaure hombre pacífico y negociante apreciaba la
paz como sistema de vida.
Su relación con los españoles se complicaba en
ocasiones, pero no por su culpa. Los conquistadores irrespetaban
la autoridad de
los caciques y ni siquiera consideran a aquellos jefes que se
convertían en sus aliados.
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Fue jefe de la nación
caquetía o caiquetía, la cual estaba ubicada en la
zona que hoy ocupa el estado
Falcón.
Era un hombre valeroso, pero prudente, que ostentaba un
cacicazgo muy al estilo de las cortes europeas. A diferencia de
Guaicaipuro y, en general, los jefes caribes, no sufrió
penurias y pruebas antes
de ser designado cacique. Representaba a una nación
que tenía como principio servir al jefe,
brindándole toda clase de comodidades. En sus recorridos,
el jefe caquetio era transportado en hamaca o en andas, cargado
por sirvientes de su propia tribu. Su área de influencia
abarcaba además las islas circunvecinas, hoy llamadas
Aruba y Curazao. Su centro de poder lo
tenía ubicado en el poblado de Todariquiba, cerca de la
actual Sabaneta. Luego de la fundación de Coro, en 1527,
se traslada a esa ciudad. Entró en contacto con los
españoles a través de sus guerreros Baracuyra y
Baltasar. En principio, negociaron la paz con Gonzalo de Sevilla,
asistente de Juan de Ampíes, hacia el año 1522. En
1525 un grupo de
traficantes de esclavos asaltan la zona y toman prisioneros a
varios parientes de Manaure. Ampíes los socorre y los
rescata de sus captores, que los habían llevado a Santo
Domingo para venderlos, y Manaure quedó para siempre
agradecido de Ampíes, quien lo bautiza en 1528 con el
nombre de Martín. Cuando Ambrosio Alfinger asume el
poder, procede
a expulsar a Ampíes y apresa a Manaure. Luego de su
liberación, Manaure se retira a unos 300 kilómetros
de Coro.
A Manaure le fue conferido señorío sobre
tierras y vasallos, pero este trato se rompe y el viejo cacique
se refugia con sus bravos en las tierras de Yaracuy, que le da
protección, y allí muere en un enfrentamiento con
los hispánicos en el sitio de El Tocuyo.
Mara
Este cacique de trato firme y autoritario, asumía
toda la figura autocrática de quien gobierna asistido por
poderes sobrenaturales.
Fue caudillo de una vasta región occidental que
se extendía desde las orillas del lago conocido como
Maracaibo y el río Magdalena, en el límite con lo
que hoy día es Cartagena. Los fieros indios motilones
conocieron las incursiones de este cacique que consiguió
someter a muchas tribus de la región, con las cuales hizo
frente al invasor. Perfecto conocedor de la geografía guajira,
Mara consiguió ejercer una prolongada resistencia al
invasor español.
Muere luchando contra un capitán español,
que lo captura malherido y lo deja sumirse en su agonía,
tratando de negociarle un trato de libertad a cambio de su
riqueza. A la muerte de Mara no le sucede ningún otro
cacique de su talla, por lo que la región fue
prácticamente pacificada.
Maracay
Maracay fue un valiente guerrero, perteneciente a la
tribu de los araguas, cuyo nombre serviría luego para
denominar una nueva tribu descendiente de la que él era
originario.
Dominó sobre la extensión que hoy ocupa
el estado
Aragua y parte de otros estados colindantes, especialmente hacia
la costa por los predios del cacique Turiamo, quien fuera su
aliado en muchas batallas.
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La fama de Maracay se sustenta en la derrota de
Rodríguez Suárez. La batalla sostenida contra los
soldados del mencionado capitán degeneró en duelo
entre cacique y conquistador. La destreza y fortaleza de Maracay
acabó pronto con su contrincante, quien debió
retirarse vencido a su campamento.
La muerte de Maracay le sobreviene a temprana edad, como
consecuencia de la traición de uno de los suyos, lo que
permite que el conquistador español lo ejecute mientras
descansaba.
Meregote
Cacique sucesor de Maracay, le correspondió la
difícil tarea de dirigir a sus hombres en contra de los
invasores, después de la muerte de Maracay. Gracias al
tesón, liderazgo y
estrategia,
consigue reagrupar a los indios araguas y los convoca a un
juramento en el que se comprometieron, en honor de su antiguo
jefe Maracay, a luchar hasta la muerte.
Por su parte, los españoles no titubeaban ya para
alcanzar su objetivo.
La tierra
ocupada por el cacique Meregote y sus indios araguas debía
ser rendida a la bandera española a la mayor
brevedad.
Los dos bandos se enfrentaron en una batalla definitiva
en el sitio denominado La Colina de La Cruz. Allí murieron
los hombres de Meregote. Ninguno se rindió. Meregote fue
un digno heredero de Maracay.
Murachí
Con este nombre se conoce al bravo cacique
mocotíe, que habitaba en la sierra merideña, en un
lugar de muy difícil acceso cercano al río Chama.
El sitio era denominado Murrupuy por los indígenas. Eran
indios laboriosos, que producían algodón con el que
tejían bellas cobijas y ruanas, que les servían
para protegerse de las inclemencias del tiempo. También
producían otras artesanías y se dice que llegaron a
poseer minas de oro en Acequías y Aricagua.
Enfrentó las tropas de Juan de Maldonado, que fundó
Mérida en el año 1559. Su esposa era la princesa
Tibisay, hija del cacique de Las Vegas del
Mucujún.
Eran adoradores del sol, al cual llamaban Ches. En la
medida en que la guerra avanzaba, Murachí se dio cuenta de
que la gran belleza de su amada la ponía en peligro y para
protegerla la envió hacia el interior de su territorio, en
el sitio más recóndito y secreto, en
compañía de sus guerreros más leales. Sus
hombres fueron diezmados y su tierra conquistada por el hombre
blanco, pero Murachí nunca se rindió. Murió
peleando contra el invasor en el año de gracia de
1560.
Naiguatá
Naiguatá, cacique de la familia
caribe, ejercía su dominio a lo
largo de una extensa zona costera que partía del
río Anare, en los predios del Cacique Guaicamacuto, hasta
las costas anzoatiguenses de lo que hoy se conoce como Puerto La
Cruz.
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Naiguatá, tenia como huéspedes a los
soldados de Rodríguez Suárez y uno de ellos,
queriendo lucir sus dotes de cazador, hirió de muerte a
una gaviota, hecho que encolerizó a Naiquatá,
exigiendo la ejecución del agresor y no consiguiendo tal
solicitud con Rodríguez Suárez, tomó por
asalto el campamento de los soldados y sometió a sentencia
al inculpado. Al momento de dar muerte al reo, una bandada de
gaviotas hizo acto de presencia Naiguatá interpretó
como el perdón de las aves hacia el
agresor y lo soltó.
Naiguatá vivió muchos años y pudo
conocer muchos de los cambios culturales que impuso el
colonizador.
Paisana
En 1555 el cacique Paisana estableció amistad con
el mestizo Francisco Fajardo, hijo de una princesa
guaiquerí y de un español de su mismo nombre.
Fajardo solicitó paso libre por la tierra de
los Caracas, a lo que accede el jefe indio. Fajardo entró
al valle en compañía de sus hermanos Alonso y Juan
Carreño, que también eran mestizos y de 20 indios
de confianza. En 1557 regresa al valle de los Caracas, esta vez
acompañado de su madre y de unos 100 indios
guaiqueríes. Llevaba autorización del gobernador
Gutiérrez de La Peña para gobernar y poblar la
costa desde Borburata hasta Maracapana. Paisana no aceptó
la fundación del Hato de San Francisco que hizo Fajardo en
1560, envenenó las aguas, causando la muerte a mucha
gente, incluyendo la madre de Fajardo y éste lo
condenó a morir en la horca.
Paramacay
Cacique de origen cumanagoto, gobernó su tribu
hacia el año 1569. Su territorio estaba ubicado en la
región de Mamo, entre la costa barloventeña y el
valle de Los Guayabos.
Tocó a Paramacay un tiempo difícil en la
lucha contra el colonizador, por cuanto debió reiniciar
los enfrentamientos a raíz de la instauración de un
encomendero, el capitán Julián Mendoza, quien quiso
imponer el trabajo
gratuito y obligar a los menores de 20 años para que se
convirtieran en servidumbre suya o de sus familiares.
Paramacay enfrenta en diversas escaramuzas a su tribu
contra el encomendero y sus seguidores. En una de ellas captura y
secuestra a Dolores Ruiz, la esposa de Julián Mendoza y a
sus dos menores hijos, por quienes exige rescate al comendador y
pide trato justo y conciliatorio para los suyos, logrando su
objetivo
mediante la presión
del plagio.
Paramaconi
Su nombre significa caimán pequeño.
Habitaba en la zona centro-norte-costera del país. Los
españoles lo llamaban el cacique-caballero. Se unió
a Guaicaipuro al iniciarse la década de los sesenta y
presentó dura oposición a las tropas invasoras. Su
origen cumanagoto lo ubica en la raza caribe.
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En 1561 Guaicaipuro atacó las minas de la
región de Los Teques, en donde murieron todos los
españoles, incluyendo los hijos de Rodríguez
Suárez y Paramaconi también arrasó con sus
guerreros la Villa San Francisco, levantada por Rodríguez,
en el mismo lugar donde Losada fundará a Caracas seis
años más tarde. Cuando ya tenía ganada la
batalla, ocurrió que una estampida de ganado
destrozó a sus bravos toromainas y se vio obligado a
retirarse.
Paramaconi atacó más tarde, unido a la
coalición de caciques, el sitio del Collado (hoy
Caraballeda) en donde vencieron a Fajardo y éste se
retiró a Margarita con sus hombres. En 1567 llegó
Diego de Losada y realizó la fundación de Caracas.
En 1568 concurre a la gran coalición convocada por el gran
jefe Guaicaipuro, pero la operación no tuvo éxito.
A comienzos de 1570, Garci González
decidió exterminar al enemigo y lo atacó de noche
en su caney. Paramaconi en la lucha fue herido y González
le mando a curar las heridas y a partir de ese momento hubo paz
entre ambos hombres y fueron amigos.
Pariata – Maiquetía
A mediados del Siglo XVI, se encontraban liderando a los
indios del litoral central los caciques Pariata y
Maiquetía. Se dice que Maiquetía era el verdadero
cacique y que Pariata era uno de sus guerreros de mayor
confianza, al lado de hombres de la calidad de
Curucutí y Guracarumbo.
Pariata tenia su residencia en el lugar denominado Los
Guayabos, en lo que hoy es Catia La Mar, pero su territorio
abarcaba todo el sitio de lo que aún hoy se llama Pariata
en el litoral central venezolano. Su vecino más cercano
era el cacique Maiquetía, quien muy pronto decidió
pactar la paz con los españoles. Pariata no se
doblegó. Una de sus mas recordadas hazañas fue la
del ataque al bergantín español El Pelayo, el cual
incendió y destruyó por completo.
Pariata decidió pelear al lado de Guaicaipuro y
cuando éste muere sirvió en las tropas de Tamanaco,
una vez liquidada la resistencia y pacificados la mayor parte de
los grandes jefes se retira con sus familiares y allegados a un
sitio apartado.
Murió en edad avanzada pero pudo ver la
fundación de La Guaira por Diego de Osorio el año
de 1589.
Prepocunate
Formado entre los guerreros de confianza de Guarauguta,
al lado de quien luchó hasta su muerte, Prepocunate recibe
el cacicazgo de los indios guaraúnos, entre quienes se
destaca por su ferocidad. Era hombre de poco hablar, de extrema
exigencia con sus hombres y consigo mismo. Esta conducta ejemplar
le dio un halo carismático entre las tribus caribes y eso
le permitió acometer con valor y
éxito
cientos de empresas en
contra de las tropas españolas.
Para doblegarlo, el gobierno
español seleccionó a los capitanes Hurtado y
Carrizo, quienes lo apresaron y para que no escapara lo amarraron
alrededor de un árbol, custodiado por un pelotón
que debía escoltarlo hasta el momento de su
ejecución.
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Al día siguiente al amanecer, Hurtado fue a
buscar al prisionero para conducirlo al lugar de su
ejecución, al llegar al árbol sólo
encontraron las sogas rotas, tiradas en el suelo, junto a
una rosa de montaña que el fiero guerrero caribe
acostumbraba usar en su larga cabellera negra.
Prepocunate no apareció. Se desvaneció,
sin que los españoles pudieran encontrar una
explicación racional. Sin embargo, a los pocos días
volvieron a saber del cacique. Prepocunate comenzó
entonces una guerra devastadora, golpeando duramente al
adversario, sin darle tiempo para reaccionar, y desapareciendo
con toda rapidez del campo de batalla. Un día del
año 1570 al tratar de atacar por sorpresa en el sitio
donde hoy se levanta la ciudad de Los Teques, fue nuevamente
cercado y luchó hasta la muerte.
Sorocaima
Algunos historiadores afirman que era guajiro o
tequeño de clase guerrera y que llegó a la
región de los indios Teques por problemas que
tuvo en su propia tribu. Llegò a convertirse en hombre de
confianza y uno de los lugartenientes del gran Guaicaipuro y a la
muerte de éste, quedó como jefe guerrero bajo el
mando de Conopoima
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En 1570 participó en los ataques contra la
recién fundada Santiago de León de Caracas, bajo el
mando de Conopaima y Terepaima. En 1572, Garci González de
Silva apresó a Sorocaima, Conopaima seguía
resistiendo. Ante este hecho y deseoso de terminar la batalla
rápidamente, González decide utilizar a Sorocaima
como carnada y dice en alta voz, para que lo escuchen los otros
guerreros, que el jefe indio perdería su mano derecha, que
le sería amputada, a menos que se rindieran. En este
último caso, se perdonaría la vida a todos. Es
allí cuando el Jefe Sorocaima, le dice a los
guerreros:
Ataquen con fuerza, mis
valientes, que los españoles no tienen mucha
gente.
Y luego, sin vacilar, estira el brazo para que le
amputen la mano derecha, lo cual fue llevado a cabo por oficiales
al servicio de
Garci González. Sorocaima, en un gesto que reflejaba por
igual el valor y la
grandeza de su raza, tomó con su izquierda la derecha y,
levantándola la ondeó en señal de triunfo.
Luego, avanzó hacia sus hombres. Garci González
había ordenado su libertad. Sin embargo, al dar la espalda
al enemigo uno de los soldados le disparó a
traición, quitándole la vida.
Tamanaco
Dos años después de la muerte del gran
Cacique Guaicaipuro, surge Tamanaco, cacique de los indios
mariches y de los quiriquires.
Su misión, al
igual que Guaicaipuro, era la de propiciar una alianza entre las
diferentes tribus. El 5 de diciembre de 1570, llegó a
Coro, capital de la
provincia de Venezuela, el
gobernador y capitán general Diego de Mazariegos, pacta
con los enemigos de Tamanaco. Nombra al avanzado Francisco
Calderón para pacificar el valle de Caracas y lo designa
teniente general de la recién fundada ciudad de Santiago
de León de Caracas.
Calderón envía al capitán Pedro
Alonso Galeas a rendir a Tamanaco. Galeas lo persigue y entra en
tratos con el cacique Tapiaracay, enemigo de Tamanaco y del
pacificado cacique Aricabuto, quien le ofrece ayuda a cambio de
que le entregue a este último. El trato no se consolida y
Galeas se mide con Tamanaco en una pelea en la que participa
Garci González de Silva y el indio Aricabuto, que les
sirve de guía. El combate no tuvo vencedor. Tamanaco
decide atacar a Caracas, los españoles retroceden hasta
las orillas del río Guaire. El capitán Hernando de
la Cerda, se enfrenta con Tamanaco y este vence. Los indios no
advirtieron la llegada de una caballería española,
Tamanaco y sus hombres quedaron atrapados y fueron hechos
prisioneros. Guaicaipuro fue condenado a morir en la horca, luego
su cabeza sería exhibida para que sirviera de escarmiento
a los rebeldes. Garci González, que había sido
elegido Regidor del Cabildo de Caracas en 1573, estuvo en
desacuerdo con la medida, ya que admiraba el valor, el temple y
la dignidad demostrada por el guerrero. En el medio de estas
consideraciones intervino un capitán de apellido Mendoza,
que era propietario de un perro y sugirió que le dieran a
Tamanaco la oportunidad de escoger entre la muerte en la horca o
la posibilidad de salvar su vida si vencía al perro. Garci
González estuvo de acuerdo, al igual que el resto de los
miembros del Consejo de Guerra, Tamanaco acepto.
Tamanaco fue desatado y colocado en la Plaza Mayor (hoy
Plaza Bolívar) Mendoza, soltó el perro, Tamanaco
recibió varias mordeduras que le causaron la
muerte.
Terepaima
Terepaima, cacique de araucos y meregotos, dueño
del territorio que limitaba con los Teques, era tenaz como
guerrero, ágil y preciso en las conquistas, alcanzó
éxito en las batallas contra Rodríguez
Suárez. Su dominio alcanzaba el Tuy, San Pedro, Mariches,
hasta el territorio que hoy ocupan los estados Miranda, Aragua,
parte de Carabobo, Cojedes y parte de Lara.
Terepaima, sabiendo que el español
Rodríguez Suárez lo tenía sentenciado a
muerte, reunió los indios Paracotos y en un feroz ataque
contra los españoles, extinguió la vida de
Rodríguez Suárez.
La victoria y el hecho de que Terepaima fuera el que
diera muerte a Rodríguez, le creó una aureola de
leyenda. Hasta ese momento, había actuado como jefe sin
que los piaches de su tribu aprobaran su ascenso a la
categoría de cacique. El triunfo de Terepaima sobre el
español que mató a Yoraco, le dio argumentos para
adquirir el liderazgo que
ambicionaba.
La historia de este hombre
demuestra que no sólo fue hábil como guerrero, sino
que también tenía dotes para la política y para la
diplomacia. De hecho, en 1559 negocia con Francisco Fajardo
permitiéndole paso por su territorio después de
habérselo negado. En 1561 vence a Luis Narváez, que
había penetrado en su territorio con propósitos
belicosos. Losada se enfrentó con Terepaima en el 67 y no
pudo someterlo.
Fue Garci González de Silva quien logró
establecer la paz con él, pero el indio muy pronto
volvió a la guerra, a defender lo que creía que era
suyo y en una cruenta pelea encontró la muerte a mediados
de la década del 70.
Tiuna
Intrépido guerrero, nacido en la tribu de los
Caracas, creció bajo la tutela del Cacique Catia y se
caracterizó por su rigidez y valentía. Su poder lo
ejercía en el valle de Los Guayabos, territorio que hoy
día es conocido con el nombre de Catia La Mar.
Su dominio se extendió a través de
las montañas, limitando con Filas de Mariches y los Valles
del Tuy, incluyendo parte del valle de Caracas. Uno de sus
hombres de confianza era el guerrero Aramaipuro, conocido como
"ponzoña de abeja". Entre sus éxitos se recuerda el
de Villa del Collado, hoy Caraballeda, así como el de
Cayapa, donde derrota al legendario y cruel Rodríguez
Carpio. En 1568 Tiuna reunió casi cuatro mil hombres,
unido a los caciques Guaicamacuto y Aricabuto, para dar una pelea
decisiva en Maracapana, sabana cercana a Caracas. Para destruir
al invasor, estaban los caciques Naiguatá, Uripatá,
Anarigua, Mamacuri, Querequemare, Prepocunate, Araguaire,
Guarauguta, con siete mil guerreros; Aricabuto y Aramaipuro
representaron a la nación mariche al mando de tres mil
flecheros.
El gran cacique Guaicaipuro, que debía acudir con
dos mil guerreros, no llego al sitio a causa del mal tiempo.
Algunos caciques se retiraron, pero otros, motivados a la lucha
por el cacique Tiuna decidieron combatir, Losada los
enfrentó. La batalla fue desastrosa, los caciques
decidieron retirarse.
Tiempo después, Tiuna se dedicó a hostigar
implacablemente a todo conquistador. Los exasperados
españoles pusieron precio a su
cabeza. Y, según algún cronista, un indio traidor,
lo atacó con una flecha causándole la
muerte.
Yaracuy
Hijo del cacique Chilúa y nieto del
indómito Yare,
comandaba un imperio de más de 500 poblaciones
indígenas, conocida como Guadabacoa.
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En el momento del Descubrimiento, el inmenso imperio
central estaba integrado por otras tribus, tales como, tarananas,
yaritagua, acharigua, torondoyes, y zararas.
Otras tribus, entre ellas los macaures y los caripes se
aliaron con los españoles para hacerle frente a
Yaracuy.
El conquistador Diego García de Paredes, junto
con el capitán Juan de Vargas, intentaron tomar tierra
firme e instalarse en el bastión de El Tocuyo, pero
Yaracuy los venció en la batalla de Cuyucutúa, en
1552.
Luego es capturado y condenado a muerte, pero consigue
desarmar y poner fuera de combate a varios soldados y al fin
sucumbió bajo el fuego de los arcabuces.
Yare
Yare, cacique de cumanagotos, quiriquires, charagotos y
araucos, gobernante de las tierras que hoy comprenden los estados
Miranda, Anzoátegui y parte de Monagas, fue además
Piache y sumo sacerdote y uno de los guerreros más fieros
entre todos los que se enfrentaron al conquistador
español. Derrotó en Maturín al
capitán Zerpa, unido a Terepaima; en Barquisimeto,
hicieron morder el polvo a Juan Rodríguez
Suárez.
Al enterarse de la muerte de Tamanaco, Yare
tembló de ira y juró vengarse del capitán
Mendoza, dueño de la fiera que dió muerte al
cacique, lo persiguió hasta que consiguió
acorralarlo en Aragûita. Al tenerlo prisionero lo hizo
degollar, junto con su perro, y la cabeza de ambos las
envió a los familiares de Tamanaco. Yare siguió su
guerra sin cuartel, venciendo y siendo vencido, hasta que un
día de 1575 los arcabuces españoles acabaron con la
vida del guerrero.
Yavire - Paramaiboa - Pariaguán
Yavire fue uno de los grandes caciques caribes de la
región guayanesa. Se le atribuye la unificación de
las tribus que moraban en la región del Caroní y
extiende su influencia hacia el norte, en lo que hoy son los
estados Sucre, Monagas y Anzoátegui. En las batallas
causaba muerte y terror entre sus adversarios. En una de sus
más cruentas batallas contra el invasor, Yavire descuida
su retaguardia y muere bajo el fuego ibérico en la batalla
que sostuvo contra ellos en el sitio conocido hoy como Caicara de
Maturín.
Poco tiempo antes de morir peleó en Cumaná
y allí recibió una fuerte herida en el brazo
derecho, que lo dejó semi inútil.
Varios de sus guerreros obtuvieron el grado de cacique o
de jefe. Lucharon bajo sus órdenes los legendarios
Paramaiboa y Pariaguán, que si bien se enfrentaron por el
mando a la muerte de su jefe, muy pronto unieron fuerzas
nuevamente para combatir al extranjero.
Paramaiboa, fiel a las enseñanzas de su jefe,
funda una coalición de pequeñas tribus hacia el
norte de lo que muy pronto sería la nación
venezolana.
Su adversario fue el gran capitán español
Gonzalo de Ocampo, quien actuando con extrema crueldad quiso dar
un escarmiento definitivo a los caribes, para lo cual
apresó y ahorcó a varios renombrados caciques; y a
otros los envió como esclavos a Santo Domingo. Sin
embargo, Paramaiboa en el norte de oriente y Pariaguán en
el sur, seguirían fíeles al juramento que le
hicieran a Yavire. Unen sus fuerzas y presentan batalla en Guanta
(Anzoátegui), pero el militar español les propina
una fuerte derrota. Paramiaiboa ataca de nuevo a Ocampo,
obligándolo a retirarse hacia Nueva Andalucía
(Cumaná). El cacique cobra venganza y somete a juicio
militar a veinte soldados y cinco oficiales españoles, los
condena a muerte y no los ejecuta gracias a la oportuna
intervención de Fray Bartolomé de Las Casas,
sacerdote defensor de los indios. El guerrero caribe
escuchó los ruegos del padre de Las Casas, a pesar del
odio que sentía por Ocampo.
Paramaiboa muy pronto se enfrentó al nuevo jefe
español, Alonso de Vera y Aragón, al que
también derrotó. Cuando se marchó Vera,
conocido en la historia con el apodo de "Tupí",
regresó de nuevo Ocampo, pero esta vez traía la
diplomacia como arma y un oficial de gran temple de apellido
Monsalve. Sus primeras medidas fueron las de apresar a los indios
y luego liberarlos, no sin antes entregarles regalos. Al
enterarse, Paramaiboa dio la orden de regresar los regalos y de
advertir al invasor que debía abandonar sus predios.
Ocampo colgó a los emisarios y esto dio inicio a una nueva
guerra. Acorraló entonces a Paramaiboa y Pariaguán
en el sitio denominado La Zapoara, hoy El Chaparro
(Anzoátegui), pero fue vencido por Pariaguán,
aunque en la batalla muere valerosamente el cacique Paramaiboa.
Pariaguán era un cacique respetado y admirado por sus
hombres. La noche de la batalla de La Zapoara, Pariaguán
preparó su estrategia sigilosamente, con Paramaiboa, pero
cuando comenzaron las acciones,
él personalmente dirigió la batalla al frente de
sus hombres, Paramaiboa, por su parte, lucha con fiereza y muere
en la batalla. Pocos españoles sobrevivieron. El
capitán Monsalve, que dirigió a los
españoles, no pudo soportar la derrota y se
suicidó.
Luego de la batalla, Pariaguán dirigió las
exequias de su amigo Paramaiboa y de inmediato se dedicó a
consolidar su triunfo, reunificando el antiguo dominio de Yavire.
Se preparó para la destrucción final del
adversario. Por su parte, los españoles reordenaron sus
fuerzas y emprendieron una acción globalizante.
Ocampo decidió entonces unir todas sus tropas y
atrapó a Pariaguán en el sitio de Los Cardones
(Monagas). Su lugarteniente Castellanos atacó por un lado
y Ocampo en persona lo hizo
por el otro. Pariaguán fue diezmado y sus tropas
aniquiladas. Con los pocos sobrevivientes se internó en
las selvas de Guayana y no se supo más de
él.
Yoraco
Yoraco en la etimología indígena chama
significa zorro o diablo. Este indio nació en el valle de
Tácata, siendo aún muy joven, visitó a sus
parientes quiriquires ubicados en la costa de lo que hoy se
conoce como estado Sucre,
en Cariaco.
Allí vio las naves españolas llegando a
las playas y descargando productos por
hombres de una piel
pálida, con armas que nunca
antes había imaginado, supo entonces, que su tierra ya no
era suya y sintió un deseo obsesivo de luchar para
reconquistar sus tierras y la dignidad de su pueblo.
Yoraco comenzó a formarse para el liderazgo.
Volvió a Tácata y allí fue protegido y
educado por los piaches.
Combatió ferozmente al agresor español. Su
objetivo era expulsar a los invasores. Creció su fama de
hombre valiente, amparado por el poder sobrenatural que le dieron
los piaches. Se supo que tenía un amuleto, especialmente
ensalmado para él, que lo protegía de todos los
males y peligros.
Los españoles enviaron al capitán Juan
Rodríguez Suárez para vencerlo, partió con
200 hombres bien armados y un pelotón de
caballería. Yoraco lo esperó en su territorio, la
batalla fue dura, sin reglas, sin descanso. Un día ganaba
Yoraco y el otro le tocaba la victoria a Rodríguez. Cuando
llevaban varios días de enfrentamiento, decidieron los dos
líderes resolver la contienda ellos mismos.
La pelea comenzó una mañana de 1561, la
lucha fue agotadora hasta que decidieron estrecharse las manos en
señal de mutuo respeto y
admiración, y luego cada bando se retiró a su
respectivo cuartel.
Yoraco, enfrentó nuevamente a Rodríguez
Suárez y en el combate murió atravesado por la
lanza de un soldado ibérico
Saúl Rivas
Rivas:
Coordinador del proyecto
Guaicaipuro al Panteón Nacional.
Por Freddy Ñañez
Hablemos de los antecedentes de
este proyecto,
¿en qué año se remonta esta lucha por la
reivindicación de semejante símbolo
popular?
Los antecedentes datan de unos 26 o 27 años
aproximadamente. Principios de los
años setenta para ser más claros. Qué
ocurre, nosotros nos trasladamos a los Teques a mediados del 69 y
el primer impacto lo recibimos con la imagen de
Guaicaipuro en la plaza de su mismo nombre. Nos llamó
poderosamente la atención el respeto y la
veneración de parte del pueblo y particularmente de aquel
pueblo marginado quien se sentía protegido por la
presencia de Guaicaipuro. Aquella plaza con la figura del Indio
era, y siempre ha sido en los Teques, una suerte de punto de
encuentro de los marginados. Mientras más marginado estaba
alguien, mayor era el nivel de identificación que
íbamos encontrando con la figura de Guaicaipuro: como
indio, como Cacique. La gente tenía pues la percepción
de que era un Libertador y sobre todo la gente olfateaba la
existencia del racismo contra el
indígena, pero aparte de olfatear el racismo
disfrazado que hay en el país, la gente es víctima
de ese racismo. Entonces nosotros comenzamos por preguntarle a la
comunidad si
Guaicaipuro era una figura que podía estar al lado de
Bolívar, al lado de los Libertadores, y la gente
decía: "...Pues claro, ese es el primero que
debería estar ahí junto a Bolívar..." -y
nosotros insistíamos- pero en el Panteón Nacional y
todo mundo decía " ...Sí sí, junto a
Bolívar..." Ajá... y por qué no está
en el Panteón -preguntamos- la gente coincidía: "No
está en el Panteón porque es un Indio" Y qué
con eso, " bueno es que el indio está discriminado" y por
qué está discriminado. Así nos fuimos
adentrando en una conversación íntima con la gente,
pero una conversación íntima desde el punto de
vista de la nacionalidad, la nacionalidad venezolana y americana,
entonces venía a colación todo el problema colonial
y neo-colonial, el problema de la discriminación no superado, porque el
proceso de
independencia
fue un proceso de
independencia
política
formal que no estuvo acompañado por una conciencia de
descolonización de fondo y allí está el
problema. No hubo descolonización porque quienes hicieron
la independencia eran parte del proceso colonizador.
Guaicaipuro es la
figura heroica de los marginados (negros, indios y pobres) por
excelencia, bien lo dijiste, una figura que a pesar de un fuerte
soslayamiento histórico, de una penetración
cultural alienante, de siglos de humillación
política, ha perdurado intacta en el inconsciente, no
sólo de la población mirandina sino en la de todos los
venezolanos; como elemento mágico-religioso, como
símbolo de dignidad y resistencia, como fortaleza de una
identidad
regional y nacional casi perdida. Ahora bien, ¿por
qué elevarlo a la oficialidad, en este caso hasta el
Panteón Nacional, que se supone es el monumento mayor de
una historia narrada por los vencedores, consagrada por ello al
poder, una historia oficial que precisamente ha ido y va en
detrimento de nuestras culturas aborígenes y
populares?
Porque nosotros nos negamos a ver la historia oficial de
una manera estática,
de una manera inmutable, inmodificable. Nosotros pensamos que esa
historia se puede cambiar, subvertir. Creemos que la
relación del Estado con los pueblos indígenas no
puede permanecer así...¡ no somos tan conformistas!.
La relación de la sociedad nacional
con los pueblos indígenas se puede y tiene que modificar y
que de paso el planteamiento de llevar los restos
simbólicos de Guaicaipuro al Panteón Nacional, si
se puede plantear así, está entre uno de los
antecedentes de una revolución
cultural en este país y particularmente en los
antecedentes del mismo proceso constituyente, porque la presencia
indígena en el Panteón Nacional, la presencia de
los primeros poblamientos, la presencia colectiva de nuestros
Caciques, a través de la individualidad de Guaicaipuro
como símbolo representativo, viene precisamente a cambiar
no sólo el concepto que
tenía Guzmán Blanco del Panteón Nacional o
su mismo proyecto Nacional, sino que replantea la cuestión
en términos de interculturación, en términos
de pluriculturalidad, en términos de la pluralidad de
raza, de etnias, de pueblos, de culturas, de racionalidad, de
modelos de
ciencia, de
modelos de
tecnología, de modelos civilizatorios, de
historias vistas pues, no ya en singular, dentro de la unidad del
género
humano y dentro de la unidad de la nacionalidad
venezolana.
El sistema tiene por
estrategia absorber los símbolos de las minorías,
de las periferias, sobre todo cuando éstos son de carácter
combativo y representan cierto peligro desde el punto de vista
político, esta absorción consiste, según
Brito García, en la usurpación,
universalización y desfiguración del contenido de
aquellos símbolos –descontextualizándolos,
despolitizándolos, frivolizándolos - en virtud de
restarles importancia, distinción y sobre todo peligro a
los abanderados para incorporarlos orgánicamente a su
juego de
poder. ¿No temen ustedes que esto suceda con el Cacique,
no temen que en vez de una reivindicación lo encaminen al
perfecto anonimato, a ser una figura en verdad invisible
?
No. De ninguna manera, porque de lo que se trata es
precisamente de darle al Panteón Nacional otro contenido,
de hacerlo representativo de los diferentes componentes de la
nacionalidad venezolana y americana. Este es un Panteón
que es el máximo monumento, no sólo de la
nacionalidad venezolana sino de todos los países
bolivarianos donde el componente de la población
indígena es fundamental en muchos casos determinantes,
como lo es el caso de Bolivia,
Perú, Ecuador, en la
misma Colombia, en
Panamá.
De manera que la presencia indígena en el Panteón
Nacional no es petrificante por cuanto esta presencia va unida a
un conjunto de luchas, a una red de movimientos, va
acompañada de un Proyecto Nacional y latinoamericano, va
enmarcado dentro de una identidad
indígena bolivariana porque alude a todos estos
países mencionados, pero también alude todo lo que
es el área circunscaribe. Más bien lo que hace es
replantear, desenterrar, poner de manifiesto siglos y milenios de
culturas que han estado taguadas por el proceso colonizador. No
se trata entonces de oficializar simplemente una presencia sino
de hacerla eficaz en el Panteón Nacional y de buscar un
replanteamiento de los fundamentos del estado nacional, pero
también de la sociedad
nacional. Entonces, esto nos involucra nuevamente en el
replanteamiento de una revolución
cultural en profundidad, como te decía, que por supuesto
nunca está del todo descontextuada de las revoluciones
políticas y sociales.
Reflexionando un poco sobre lo que dices, ustedes
tienen más de dos décadas trabajando en este
proyecto, es decir, han visto desfilar cuando menos cinco
presidentes en línea que, por lo visto, han hecho caso
omiso a las reivindicaciones de los pueblos indígenas,
incluso sus políticas
han evidenciado un alto contenido racista y etnista. El proyecto
tiene cabida según comentas, en este período
político conocido como la Quinta República que
supone una nueva concepción del Estado. Hasta ahora la
reforma de la Constitución Nacional es la mayor evidencia
de un cambio en este sentido. Allí la teoría
nos dice que las culturas de los aborígenes están
homologadas a nuestra cultura
post-hispánica, que cada una de esas culturas es soberana
y digna; por otro lado vemos que las políticas del
gobierno son
contradictorias, en cuanto favorecen la idea de la
globalización, recordemos el tan cuestionado caso del
tendido eléctrico que no sólo desplazará de
sus territorios a muchos pueblos aborígenes sino que
además atenta contra la riqueza territorial de lo que
llamamos país. Me gustaría que indagaras en
esto.
Bueno, el consenso político de este proyecto se
logra en 1992, primero en la cámara de diputados, luego en
el cenado y aparece en gaceta oficial el 2 de agosto del 93.
Ahora, en la cuarta República no hubo voluntad
política ni para reestablecer los derechos históricos
de los pueblos indígenas ni para llevar a Guaicaipuro al
Panteón Nacional. Indudablemente mientras exista el
Estado, sea cual sea el gobierno, por muy progresista que sea ese
gobierno, siempre existirán contradicciones entre las
políticas de Estado y las políticas de los pueblos
indígenas, de allí que la ampliación de
derechos tiene
mucho que ver con estas contradicciones, porque cualquier Estado
de América
latina no es el Estado del presente nada más sino que
es un Estado con una herencia colonial
de cinco siglos y esa herencia colonial
es una carga pesada de la cual los estados no pueden deshacerse,
menos en esta fase en la cual esa globalización apunta con sus
políticas neoliberales no sólo con el peligro de
que ese avance globalizador se coma los derechos de los pueblos
indígenas, sino que también se coma sus propios
derechos institucionales. De manera que esto no obedece a una
contradicción exclusiva con los pueblos indígenas
sino con todos los pueblos y eso es precisamente una de las
razones por las cuales las minorías terminan
aliándose como minorías y terminan
reconociéndose, encontrándose como mayorías,
como pueblos-pueblos. Entonces habrá cada vez más
una distancia entre las jerarquías y los pueblos, sean
éstas oficiales, de Estado, Religiosas, Culturales,
Militares. Sean jerarquías del tipo que sean. Hay una
tendencia a separar esas jerarquías pero hay una tendencia
también de los mismos pueblos que buscan una acercamiento
de ciertos sectores de esas jerarquías con sus propios
pueblos. Entonces, es una tensión dialéctica la que
hay allí y esa tensión dialéctica entre las
mismas jerarquías y entre los mismos pueblos de
jerarquía-pueblo pueblo-jerarquía le da al proceso
una dinámica interna muy interesante. Los
símbolos indígenas son mucho más
difíciles de petrificarse por que son símbolos que
desentierran un pasado-presente de treinta mil, cuarenta mil
años a cincuenta mil años, según la
arqueología, y a su vez esos símbolos no
sólo son arqueologías sino que responden a una
realidad muy convulsionada del presente y que existiendo unos
Estados ya comprometidos en lo que es la hipoteca de las nuevas
generaciones producto de
políticas desarrollistas es de esperar que los pueblos
tengan cada vez más la necesidad de apelar a sus propios
símbolos y hacer que éstos se conviertan en
irreductibles con relación a las políticas de
Estado. Fíjate que Guaicaipuro como símbolo, como
símbolo individual y genérico en este caso ha
tenido la suerte de contar con el más firme consenso a
nivel de pueblo y la desgracia de ser enfrentado por un sector de
la dirigencia racista, incluso un sector de la intelectualidad
racista y yendo más lejos de un sector de la izquierda que
también es racista. Aparte no podemos olvidar de que
ningún sector de la sociedad venezolana o latinoamericana
pueda considerarse que esta fuera del problema del racismo o
mejor en la formación racista, etnista, machista, clasista
y muchas otras formas de discriminación social.
Dentro del sector intelectual encontramos hartos
elementos de esa ideología racista a la que haces
referencia, Arturo Uslar Pietri, por nombrar alguno, no
contemplaba al Cacique Guaicaipuro dentro de lo que para
él era la venezolanidad. No obstante en vida siempre fue
él un icono de la intelectualidad nacional. Estos son
elementos claros del endorracismo que se perpetúa a
través de la escuela y la
cultura.
Mira, cuando uno revisa la literatura venezolana y
latinoamericana, las obras de arte, uno se
encuentra precisamente con la discriminación racial y
étnica. En la novela
latinoamericana desde Doña Bárbara de Rómulo
Gallegos hasta Cien años
de Soledad de García Márquez, son obras que
están atravesadas por esa dicotomía
Civilización o barbarie. Lo mismo la novela Pobre
Negro, en fin. Aún cuando hay individualidades
lúcidas dentro de la intelectualidad, ayer y hoy, que han
intentado superar esa óptica
racista que ha marcado nuestra literatura, incluso hoy
mismo nosotros nos encontramos con que algunos intelectuales
convierten la literatura en racismo, lo hacen sublime incluso con
el caso concreto del
Proyecto Guaicaipuro al Panteón Nacional, entonces, como
expresan de manera muy simple: "bueno y por qué vamos a
meter a Guaicaipuro al Panteón Nacional si los indios no
tuvieron Panteón ... el Panteón de los indios es la
boca de piaches , está en las piedras escritas , en las
altas montañas ... por qué no lo dejamos libre como
un pajarito,¡ no le cortemos su capacidad de vuelo...!" . Y
es que esa intelectualidad tiene una concepción errada, no
sólo de Guaicaipuro, sino también de lo que es el
Panteón Nacional. No tienen una visión ni siquiera
de la nacionalidad venezolana, a menos no una visión
dinámica. Son sectores profundamente
desnacionalizados, sectores que no tienen identificación
con la tierra , que no tienen arraigo , carecen de perspectiva
local, perspectiva regional y pretenden en cambio una perspectiva
universal falsa , en el vacío, sin tren de aterrizaje.
Esto es importante señalarlo. Por eso nosotros sostenemos
que la imagen de
Guaicaipuro tiene un a eficacia
simbólica por toda la carga histórica que trae y
por todo el acompañamiento que han tenido esta lucha lo
mismo que el nivel de aceptación de todo lo que son las
raíces y la orientación del Panteón Nacional
de Venezuela hasta hoy.
Al entender que el
Panteón Nacional venezolano es único también
para el resto de los países bolivarianos, me interesa
saber ¿cómo será entonces la
participación de éstos, y sobre todo de aquellos
otros pueblos indios que aún se resisten a las nuevas
colonias. El movimiento
indianista se leerá antes y después de "Guaicaipuro
al Panteón Nacional"?
La presencia del Cacique Guaicaipuro en el Panteón,
es la apertura de un escenario, del mismo escenario de los
excluidos, de los que algunos llaman los invisibles, la voz de
los sin voz. Hay, por ejemplo, un movimiento
mundial que trata de reivindicar aquellos símbolos de los
cuales los pueblos han sido expropiados. Por otro lado, el caso
de la reivindicación de Guaicaipuro con su presencia en el
Panteón Nacional, se conecta, sin haberse puesto
previamente de acuerdo, con toda una serie de movimientos
mundiales tales como "el Altar de la Tierra" que se está
construyendo en un pueblo de Alemania
–se me escapa el nombre en este momento- que consiste en
que cada pueblo del mundo está llevando un puñado
de su tierra en una lucha por la paz y la justicia. Y
ocurre que el planteamiento nuestro a través de lo que
formuló el profesor Edgar Corrales, un escultor indianista
de acá, de los Teques, hemos decidido que queremos un
Guaicaipuro de cuerpo presente ilustrado con un puñado de
tierra del sitio Suruapo Suruapai (montañas de San Diego
de los Altos, Edo. Miranda) que fue el lugar donde estaba el
principal asentamiento de los indios Teques y donde mataron al
Cacique, como depositario de las cenizas de Guaicaipuro. Pero
además de eso hay un añadido de la tierra misma que
será el puñado de tierra que llevará cada
pueblo indígena de la Venezuela actual. Si viene Rigoberta
Menchú por supuesto traerá una porción de
tierra representativa de los pueblos indígenas de todo el
mundo. Pero además de esta lucha, desde un inicio se ha
vinculado por un lado los derechos de los pueblos
indígenas de América
y de Venezuela en particular, estuvo vinculado a lo que llamamos
el proyecto de programas
mínimo de los Pueblos Indios de América
para el quinto centenario, está entre los antecedentes de
lo que hoy es el decenio de los pueblos indígenas
declarado por la ONU. Aparte de
todo esto varios congresos internacionales de la indianidad como
la cuarta, quinta y sexta conferencia
mundial de pueblos indígenas, la sexta, en Noruega ,se ha
pronunciado a favor de esta reivindicación
histórica, además el proyecto Guaicaipuro al
Panteón Nacional en 1992, estuvo marcado por una serie de
planteamientos que llevaron incluso a nuestro Congreso Nacional a
pronunciarse en unos términos distintos en relación
con la fecha histórica de la conquista a como se
pronunciaron todos los demás parlamentos de
América. Qué quiere decir ésto, que el
Parlamento venezolano asumió el quinto centenario en
términos de balance críticos alternativos y no de
fiesta, y eso fue un planteamiento nuestro. Asumió el
convenio 169 de la OIT que es el instrumento internacional de
mayor relevancia y de mayor apoyo con el que cuentan los pueblos
indígenas, no sólo de América sino del mundo
entero. Pero además, hemos notado que este movimiento
despierta cierta simpatía en las redes de mujeres, por
ejemplo, en el último congreso de mujeres bolivarianas
desde la vice-presidencia de la República, Dina Bastidas,
pasando por todas mujeres que estaban presentes, firmaron dando
su apoyo al Proyecto, y pidiéndole al presidente
Chávez un pronunciamiento. Los Palestinos también
han visto con aprobación este tipo de luchas
simbólicas y así los Guanches Canarios, es decir,
esta lucha va más allá de nuestras fronteras, es
una lucha de la humanidad misma.
Detrás de esta reivindicación de los
pueblos pre-hispánicos a través de la figura de
Guaicaipuro, debe existir un proyecto de fondo desde le punto de
vista educativo, para redimensionar esos conceptos colonialistas
que a fin de cuentas reproduce
la escuela ,
hablemos de eso.
Ésto es muy importante, hay una serie de manifiestos
y de talleres concretos que se han dado para replantearnos las
líneas rectoras del proceso histórico,
específicamente americano. Lo que son las variantes
ideológicas del quinto centenario y de identidad
nacional y los aspectos fundamentales de lo que
podríamos llamar la filosofía, ideología y política de la
indianidad, para aludir el mundo indígena en su
especificidad. Sobre la filosofía, ideología y
política de la indianidad, nosotros fuimos promotores en
la ciudad de Costín , en Argentina en el
año 1986, en un seminario
auspiciado por el Consejo Indio de Sudamérica y el Consejo
Mundial de Pueblos Indígenas. Esto con la idea de sentar
las bases teóricas y prácticas de la resistencia
política y cultural de los pueblos indígenas y
fundamentalmente para garantizar el paso de la resistencia al
papel
protagónico de su propia historia, protagónico de
su papel en sus sociedades y
como parte de las otras sociedades
nacionales de los Estados americanos.
Es frecuente escuchar tanto por la gente común,
como por algunos peritos en la materia, que
los venezolanos y venezolanas adolecemos de identidad propia,
¿qué tan real es esto?
En cuanto a la crisis de
identidad, nosotros entendemos que no hay pueblos sin ellas,
cualquiera puede identificar a un venezolano en Paris , en Nueva
York, lo mismo que se identifica a un colombiano o a un
argentino. De manera que es mentira que nuestro país
carezca de identidad. Ese no es el problema de fondo. La
identidad es una especie de huella digital colectiva de los
pueblos que les permite afianzar su personalidad,
tanto individual como colectiva. Entonces tendríamos que
hablar de la identidad a distintos niveles: la identidad
familiar, personal,
comunal, local, regional, nacional, continental, la identidad
específicamente cultural. Dentro del mundo de pluralidades
en el cual nos debatimos tenemos que buscar la unidad dentro de
la diversidad. Una serie de nombres como Indo-
América, Latinoamérica, Hispanoamérica,
Ibero- América, Afro- América, son denominaciones,
que vistas por sí solas, tomadas aisladamente, no dan
cuenta de la complejidad multiétnica y pluricultural de
este continente, muchos hablan de que somos un continente
mestizo. El mestizaje biológico tiene su importancia
histórica, pero no es el Alfa y el Omega de nuestra
identidad y mucho menos de nuestra existencia histórica.
La identidad biológica solamente permite a la gente
afianzar una identidad racial para no caer en el endorracismo o
auto rechazo del colectivo por su propia configuración
racial ,por ejemplo, el negro que no quiere ver en el espejo su
cara de negro o el indio que se disfraza para no ser reconocido
como tal. En Brasil, es
común que los mulatos escondan en la cocina de su casa el
retrato de la madre negra y presenten en la sala de su casa el
del padre blanco de descendencia portuguesa. De manera que el
problema de la identidad es muy complejo, ahora el problema de
fondo de nuestro continente, como lo apuntaba antes, es que el
período independentista nunca estuvo acompañado por
una descolonialización de fondo, fue una independencia que
se quedó, si se quiere, en lo político-formal,
aunque la conciencia
límite, la conciencia posible de la clase política
que dirigió, gestó y fundamentó el proceso
de la independencia –porque sí había un
proyecto nacional , no era sólo una escaramuza- no estaba
históricamente en condiciones de afianzar, de plantear o
de auto retarse con una descolonización porque se estaban,
en ese momento, sacudiendo las cadenas de la esclavitud y de
la semiesclavitud y por su puesto la nueva clase, que se
perfilaba como clase dirigente, era prácticamente el
sector comprometido en la explotación, eran parte de los
terratenientes, de los explotadores de esclavos en la Andina, en
las plantaciones y por estas razones, como ves, era casi
imposible que se gestara un proceso libertario desde todo punto
de vista. Entonces aquellos mantuanos como el caso de
Bolívar que se rastrean con la esclavitud fueron
aislados por sus propias clases, no en vano un Simón
Bolívar muere prácticamente en el exilio,
así como otros próceres, sobre todo los más
lúcidos como Simón Rodríguez ,entre otros ,
mueren también en el exilio y en la pobreza toda,
esto no es casual, esto tiene que ver con un espaldarazo que el
propio mantuanaje le da a las figuras más comprometidas
con nuestra independencia. Por otro lado, el problema colonial en
relación con la identidad arrastró la
confusión en que siempre estuvo el mundo Hispánico
entre raza y étnia, confusión que se arrastra
todavía. Entonces esto vino a dar lugar a lo que nosotros
llamamos una ideología mestiza en la cual se ponía
la figura del blanco como el modelo y su
vez la figura de la cultura dominante como el paradigma,
generando una especie de colonialismo estético o la
pretensión del dominador de turno de imponernos su
modelo de
hombre, de mujer, de cultura
de belleza. Ayer el español, luego el inglés,
hoy el gringo. Lo grave es que este colonialismo no sólo
hizo mella en la parte estética propiamente dicha, sino que
además afectó la propia estructura
física y
espiritual de la venezolanidad y del sentido americanista por
cuanto al generar vergüenza racial –endorracismo-, al
generar vergüenza étnica, al generar vergüenza
de clases, donde precisamente la sociedad de castas se auto
defiende dentro de la misma estructura de
la naciente República y trata de perdurar en forma
disfrazada hasta hoy, generando un gran complejo entre los
dominantes y los dominados. No hay sociedades ni pueblos, ni
hombres con complejos de superioridad o inferioridad, simplemente
existen complejos.
Para terminar,
¿cómo era que decía aquella hermosa frase de
Martí ¡el poeta!?
Je ,je,je... él decía: " Con Guaicaipuro,
Paramaconi, con los desnudos y heroicos Caracas hemos de estar y
no con las cuerdas que los ataron y los aceros que los degollaron
y los perros que los
mordieron."
Los
Caciques
La palabra
cacique es un vocablo de
origen taíno (lengua de
filiación arawak hablada en las Antillas para el momento
de la ) que se
incorporó al caudal léxico español para
designar al individuo que representaba la autoridad en una
comunidad
indígena.
El término, por extensión semántica, ha
pasado a denominar al individuo que ejerce un liderazgo local
despótico (el caciquismo). Ahora bien, posiblemente la
palabra "
cacique" llegó a ser
sinónimo de autoridad omnímoda y
despótica debido a la tendencia de los
conquistadores de
buscar instituciones
equivalentes a las europeas entre los pueblos indígenas
americanos.
Al no encontrarlas, por tratarse de realidades culturales
diferentes, los europeos mal interpretaron las
culturas
indígenas e incluso, en
algunos casos, llegaron a negar la existencia de un orden
social.
Importantes dirigentes indígenas defendieron sus
tierras y sus culturas frente a
los conquistadores. Se los
llamó jefes, diaos, guerreros o caciques y por lo menos
uno de ellos –Manaure– dirigía un importante
cacicazgo en el área del actual e
stado
Falcón durante las primeras
décadas del siglo XVI. Conocemos nombres y hazañas
de muchos de estos dirigentes para el momento de la conquista,
pero desconocemos sus ascendencias.
Suponemos que éstas se remontan a fechas anteriores, como
parece revelarlo el plan de ataque
de
Guaicaipuro y la
resistencia que encabeza en la zona centronorte de Venezuela
hacia la segunda mitad del siglo XVI. Guaicaipuro convoca a un
levantamiento de las sociedades gobernadas por
Baruta
–su hijo mayor–
Naiguatá,
Aricabacuto,
Guaicamacuto,
Chacao
y el guerrero taramaima Caracaipa, entre otros. Del
área nororiental se menciona a Cayaurima, cacique de los
cumanagoto, y sus alianzas con otros
caciques de
la zona de Cumaná para enfrentar a los conquistadores, y a
otros como Doaca, con quien se identifica la actual zona larense
de Duaca; a Nigale, jefe zapara en el Zulia; a Huyapari, con cuyo
nombre los españoles identificaron al
río Orinoco y su
área en 1531, y a muchos otros jefes, caciques, guerreros,
como Acaprapocón y Conopoima –quienes comandan la
lucha una vez muerto Guaicaipuro–, Caricuao, el cacique
oriental Maturín, Morequito, Paryauta, Parnamacay,
Pitijay, Sorocaima,
Tiuna, Tamanaco y
Terepaima.
A continuación presentamos algunos de
estos caciques, que han sobrevivido a el olvido de la historia,
estos son unos cuantos de estos personajes que orientaron a las
comunidades indígenas del pasado en las tierras
venezolanas.
Guaicaipuro
Cacique de
los
indios
Teques y Caracas, que acaudilló la
resistencia a la penetración europea en la zona norcentral
de Venezuela durante la década de 1560. La región
de Los Teques estaba poblada por muchos indígenas que
formaban grupos
independientes con sus jefes o
caciques propios.
El principal de estos grupos era el del
cacique
Guacaipuro, cuyo asiento era Suruapo o Suruapay, situado en las
vecindades del actual San José de los Altos, en la
vertiente de la quebrada Paracoto. Aunque la grafía
"Guaicaipuro" se ha popularizado, debe tenerse en cuenta que su
verdadero nombre era Guacaipuro, y así es mencionado en
los documentos
coetáneos.
Baruta era el nombre del hijo mayor de Guacaipuro, y Tiaora y
Caycape el nombre de 2 hermanas suyas y se anotan también
los nombres de sus 6 hermanos que vivían con él,
así como también Pariamanaco, hijo de su hermana
Tiaora, y Quetemne, también hija de esta última; se
anotan también 6 sobrinos suyos y un nieto. Además
de Suruapo o Suruapay como pueblo muy importante de su
jurisdicción, figuran 6 caseríos más, cuyos
pobladores eran también de su gobierno. Descubiertas unas
minas de oro en tierras de los Teques, al comenzar Pedro de
Miranda su explotación, fue atacado por Guacaipuro y tuvo
que abandonarlas.
El gobernador Pablo Collado nombró a Juan Rodríguez
Suárez en sustitución de Miranda, el cual
venció a Guacaipuro en varios encuentros y creyendo haber
pacificado la región, dejó en las minas unos
obreros para trabajarlas con 3 hijos suyos menores de edad.
Ausente Juan Rodríguez Suárez, Guacaipuro
asaltó las minas mató a todos los trabajadores,
incluso a los hijos de Juan Rodríguez Suárez, y
tras haber incitado a la rebelión a Paramaconi,
cacique de los taramainas, pasó al hato
de San Francisco, dio muerte a los pastores, quemó las
viviendas y dispersó las reses.
Enterado Juan Rodríguez Suárez del desembarco del
Tirano Lope de Aguirre, se dirigió hacia Valencia con
sólo 6 soldados para combatirlo; en el trayecto,
sorprendido por Terepaima y Guacaipuro, fue muerto tras una
heroica resistencia. Guacaipuro impulsó entonces un
levantamiento de todas las tribus y los
caciques
Naiguatá,
Guaicamacuto,
Aramaipuro,
Chacao,
Baruta,
Paramaconi y
Chicuramay reconocieron a
Guacaipuro por su
jefe supremo.
Sabedor Diego de Losada de que Guacaipuro era quien había
promovido un frustrado asalto a la recién fundada ciudad
de Caracas (1568), ordenó su aprisionamiento;
confió este delicado encargo al alcalde Francisco Infante,
quien, con indios fieles que conocían el paradero del
cacique, salió de Caracas cierta tarde,
al ponerse el sol, con 80
hombres. A la media noche llegaron al alto de una fila, en cuya
falda estaba el pueblo de Suruapo donde Guacaipuro tenía
su vivienda; Infante con 25 hombres se quedó allí
para proteger la retaguardia y retirada en caso de una derrota,
mientras Sancho del Villar con los demás bajaba a ejecutar
la prisión del indio.
Conducidos por los guías llegaron a la puerta del inmenso
bohío o caney de Guacaipuro los 5 primeros que formaban la
delantera, pero como acababan de ser descubiertos, con sus
armas en las
manos, esperaban la llegada de los compañeros y fue
entonces cuando intentaron franquear la entrada, pero Guacaipuro,
que manejaba la espada que había sido de Juan
Rodríguez Suárez, hirió a cuantos intentaron
entrar.
A los gritos de la pelea, se alborotó el pueblo y todos
acudieron a defender a su
cacique, pero nada
podían contra los filos de las espadas; y los lamentos y
gritos de las mujeres y niños, en la noche oscura,
aumentaban la confusión general. Viendo los
españoles la imposibilidad de rendir al
cacique, resolvieron quemar el gran bohío
o caney en el cual estaba guarecido. Como su techo era de paja y
madera,
arrojaron una bomba de fuego sobre el tejado, que comenzó
a arder vorazmente. Viéndose en trance de perecer,
Guacaipuro saltó fuera, dando estocadas a diestra y
siniestra contra los asaltantes, pero todo fue en vano pues las
espadas de éstos lo dejaron muy pronto muerto en el
suelo; la
misma suerte tuvieron sus acompañantes.
Naiguatá
Naiguatá fue un
Cacique de la
región costera central. Tenía parentesco cercano
con la cacica Isabel, madre del
conquistador mestizo
margariteño Francisco Fajardo, a quien favoreció
cuando éste llegó en 1555 al litoral y
también en las 2 oportunidades siguientes, de 1557 a 1562.
Fue uno de los caciques que acudieron con sus hombres al llamado
de
Guacaipuro cuando
a fines de 1567 o comienzos del año siguiente se propuso
destruir la ciudad de Caracas. Pero Naiguatá y los
demás caciques fueron derrotados por una hueste
española salida de la ciudad, mientras aguardaban la
incorporación de Guacaipuro. Su nombre distingue hoy al
pico más elevado de la cordillera de la Costa.
Guaicamacuto
Uno de los caciques del Litoral Central, establecido
cerca de la actual población de Macuto, fue uno de los que
recibieron pacíficamente a Francisco Fajardo cuando
éste llegó a la región por primera vez en
abril de 1555 y también la segunda, alrededor de 1557.
Pero los abusos cometidos por la gente de Fajardo asentada en El
Panecillo, irritaron a los Aborígenes, y Guaicamacuto,
junto con Paisana y otros, fue uno de los caciques dirigentes de
la rebelión que estalló en 1558 contra los
españoles. Valiéndose de una estratagema,
logró atraer fuera de las empalizadas de la
población al capitán Jorge Juan Quiñones y a
un destacamento, que fue atacado y casi totalmente destruido
por
los
indígenas, resultando
Quiñones mortalmente herido.
A raíz de estos sucesos, Fajardo se retiró de El
Panecillo ese mismo año. Después del fracaso de un
tercer intento de Fajardo en 1562, los indígenas del
litoral se mantuvieron libres del dominio español. En
1567, llegó a la zona donde vivían Guaicamacuto y
su tribu, un buque español, que yendo hacia Cartagena de
Indias, fue perseguido por un corsario francés y
buscó refugio en la costa.
Los de Guaicamacuto se apoderaron del buque,
mataron a sus tripulantes y lo quemaron, después de
haberlo saqueado; entre el botín obtenido había
algunos objetos del culto destinados al obispado de Charcas, en
el Alto Perú (Bolivia).
Hacia fines del mismo año, bajando de Caracas,
llegó al territorio de Guaicamacuto el
conquistador Diego de
Losada, fundó allí la ciudad de Caraballeda. Cuando
Guacaipuro convocó, poco después, una gran alianza
de caciques para atacar y destruir la ciudad de Caracas;
Guaicamacuto fue de los que acudieron a su llamado, pero al
fracasar ese intento, decidió rendirse a Losada junto con
otros caciques y sus respectivas tribus.
Baruta
Actualmente Baruta es la Capital del
municipio de su denominación en el estado Miranda. Situada
en una hondonada de las montañas al S del valle de
Caracas, a orillas de la quebrada Baruta pero anteriormente este
nombre aparece mencionado por vez primera como el de uno de los
caciques que integraron la coalición que, al mando de
Guacaipuro, intentó atacar en 1568 la recién
fundada ciudad de Santiago de León de Caracas.
Para el 12 de mayo de ese año, este
cacique y sus indios le fueron encomendados al
capitán Alonso Andrea de Ledesma, uno de los fundadores;
encomienda que le fue confirmada en 1582 y 1593. Ledesma
tenía en el sitio, al parecer, 20 fanegadas de tierra y un
molino de tribu. El 21 de mayo de 1594, el gobernador Diego de
Osorio volvió a confirmar dicha encomienda, pero
asignándoles tierras separadas a los indios.
El 17 de enero de 1609, el gobernador Sancho de Alquiza dio
posesión al capitán Onofre Carrasquel de otra
encomienda, entre cuyos
indios
se contaba el
cacique don Diego, mariche,
principal que gobernaba los indios de la cacica Isabel del valle
de Baruta. Los litigios por las tierras y los indios de Baruta
entre los descendientes de Ledesma y Carrasquel, durarían
hasta el siglo XVIII.
Chacao
Cacique indígena que habitaba en
el valle de San Francisco (actual ciudad de Caracas). Hacia 1567,
Chacao fue hecho prisionero por Juan de Gámez, a quien
Diego de Losada había ordenado realizar una "entrada" para
capturar indígenas. Sin embargo, fue puesto en libertad
por Losada, hecho que permite suponer el interés de
éste en granjearse la confianza y amistad del jefe
indígena para facilitar así la pacificación
de la región. No obstante, su intento resultó
fallido pues en 1568 Chacao se alió con
Guacaipuro y otros jefes
indígenas para hacer frente al avance de la
conquista
española, siendo enfrentados
y derrotados por el propio Losada en la llamada Batalla de
Maracapana. Su nombre se conservó como un poblado al E de
Caracas, incorporado hoy al área metropolitana.
Paramaconi
Cacique de
los
indios taramainas
(llamados también toromainas) que habitaban en la zona
nor-central de Venezuela. Después de haberse establecido
los españoles en el valle de Caracas, Paramaconi, aliado
con Guacaipuro, fue uno de los jefes de la sublevación
general de
indígenas
de esa zona que estalló a mediados de 1561. Mientras
Guacaipuro atacaba las minas de la región de Los Teques,
Paramaconi asaltaba con sus guerreros el hato de San Francisco,
fundado por Francisco Fajardo en el valle, cerca del río
Guaire. Durante este combate, una estampida del ganado vacuno que
tenían los españoles desbarató a los
taramainas y los obligó a retirarse. Poco más
tarde, Paramaconi y otro indígena de nombre Toconai se
enfrentaron en un encuentro personal con Juan
Rodríguez Suárez y Juan Jorge Quiñones,
logrando herir al primero de éstos; el compañero de
Paramaconi resultó muerto, pero el
cacique se salvó adentrándose en
el monte.
A comienzos de 1562 participó en la destrucción del
hato de San Francisco, que fue definitivamente abandonado por los
españoles; es probable que poco después tomara
parte con otros caciques en el asalto a la villa del Collado,
obligando a Fajardo y sus gentes a retirarse del litoral y
regresar a la isla de Margarita. Después de estos
éxitos, los indígenas continuaron por algunos
años en posesión de sus tierras, pero en 1567 no
pudieron impedir que Diego de Losada penetrase en la zona y
fundase las ciudades de Santiago de León de Caracas y de
Caraballeda. Hacia 1568, Paramaconi y sus hombres concurrieron a
la gran concentración convocada por Guacaipuro para atacar
la ciudad de Caracas, pero la operación fracasó por
falta de coordinación entre las diversas
parcialidades indígenas; Paramaconi y los suyos fueron
rechazados por Losada y su hueste.
A comienzos de la década de 1570, Garci González de
Silva asaltó de noche el bohío del
cacique, con quien se trabó en combate
personal; ambos rodaron por un barranco, y el español
dejó al
indígena
en el fondo, creyéndolo muerto. Paramaconi se
recuperó de sus heridas y meses más tarde, se
sometió a los españoles y mantuvo estrecha amistad
con Garci González de Silva.
Tiuna
Indio de la región de Curucutí, que se
enfrentó a Diego de Losada en la batalla de Maracapana en
1568. Cuando la concentración indígena reunida en
Maracapana decide, ante la ausencia del
Guacaipuro,una parte dispersarse y la otra
avanzar hacia la recién fundada ciudad de Santiago de
León de Caracas, Losada logró poner en retirada a
ésta última luego de un sangriento combate;
sólo quedó Tiuna en el campo y desafió a
Losada con una media espada enastada en palo de
guaica.
Losada delegó en Francisco Maldonado la
contestación al reto, pero éste fue herido por un
lanzazo de Tiuna; en socorro del herido intervinieron Juan
Gallegos, Gaspar Pinto y Juan de San Juan; Tiuna logró
herir a Gallegos y San Juan y fue muerto de un flechazo disparado
a traición por un
indio
criado de Maldonado
Orlando Camacaro