miércoles, 27 de marzo de 2013

LA NIÑEZ DESAMPARADA



Hemos vistos en noches largas de invierno, a muchos niños hambrientos
y desnudos, vagar por las calles de las grandes ciudades, buscando
angustiados un refugio donde pasar la noche. Los hemos visto abrigados con
papeles sucios en las afueras de las lujosas metrópolis. Todavía llegan a
nuestros oídos aquellas palabras inocentes de estos infelices:
“HERMANITO... TAPÉMONOS BIEN PORQUE NOS HACE DAÑO LA LUNA”. Pobrecitos...
pobrecitos... pobrecitos...
Para ellos no existen los flameantes cochecitos que tanto alegran a
los niños bien, para ellos no hay jugueticos, ni fiestas navideñas, para
ellos no existe una palabra piadosa que diga ¡hijito mío! Cuando estos
pobres niños de la calle llegan a una lujosa mansión solicitando un pan,
ladran los elegantes perros mejor cuidados que ellos, y el ama de casa les
arrojan a la puerta diciendo: “VAGABUNDOS, A TRABAJAR, ¡NO MOLESTEN!, Si
ustedes siguen molestando llamaré a la policía para que se los lleven”.
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A veces los grandes señores les arrojan una moneda, o las damas
elegantes que orgullosas transitan por las calles les dan un pan o un dulce
sintiéndose después inmensamente satisfechas de su gran caridad.
Hemos visto a estos pobrecitos niños de la calle huyendo desesperados
del gendarme que los persigue para llevarlos a la cárcel o en el mejor de
los casos a un asilo de huérfanos semejante a una cárcel de la peor
calidad. No existe compasión para los infelices niños que huérfanos ambulan
hambrientos y desnudos por la calle. Para ellos no hay lujosos colegios, ni
bellos vestidos.
Realmente la crueldad que cada ser humano lleva dentro, se expresa
fuera como falta de legítima caridad para los desamparados. El individuo es
cruel y malvado, y así es la sociedad que el mismo ha creado. ¿Cuándo será
el día en que grupos de damas y caballeros verdaderamente caritativos se
asocien para brindar a estos niños pobres, elegantes y bellos hogares
infantiles? ¿Hermosos colegios? ¿Y resplandecientes comedores? ¿Cuándo?
¿Cuándo? ¿Cuándo?.
Sólo cuando cada individuo se haga consciente de su propia crueldad,
sólo cuando comprendamos que somos EGOÍSTAS Y CRUELES. Necesitamos no
justificar la crueldad. Necesitamos no condenar la crueldad. Si
justificamos la crueldad entonces la reforzamos. Si condenamos la crueldad
entonces ésta desaparece de la superficie mental y se sumerge dentro de las
profundidades de la mente asumiendo nuevas características y formas de
expresión. Es indispensable comprender profundamente la crueldad en todos
los niveles de la Conciencia. Sólo así desaparecerá la crueldad, sólo así
nacerá en nosotros en forma clara y espontánea algo nuevo: ese algo es la
verdadera caridad consciente.
Es indispensable que grupos de personas verdaderamente caritativas se
asocien para trabajar por la niñez desamparada y afligida. Sólo así es
posible brindar a estos pobres niños pan, abrigo y refugio. Sólo así es
posible abrir lujosos colegios para estos niños desamparados. Estos bellos
niños son también seres humanos. Ellos no son menos que nadie, son tan
humanos como los niños ricos, son tan bellos como los hermosísimos niños
elegantes. Tienen los mismos derechos de los ricos y la sociedad debe
reconocerles sus derechos. La crueldad para con estos niños no admite
justificación.
Los devotos de todas las religiones, los hermanos de todas las
escuelas, ordenes, logias y sociedades ocultas pueden tomar la iniciativa y
asociarse para resolver este problema de la infancia desamparada.
Ha llegado la hora de practicar la caridad enseñada por los maestros y
sacerdotes de todos los tiempos. Las palabras que se dijeron entre el
arrullo de las palomas bajo los sagrados pórticos de todos los templos,
deben ahora convertirse en realidad concreta.
La caridad consciente es el bálsamo milagroso que puede consolar
nuestro adolorido corazón.
Cuán doloroso es ver a los niños pobres y sucios, miserables y
descalzos andando por las lujosas calles de las metrópolis. Los miembros de
todas las religiones, los devotos de todas las sectas, los obreros de todas
las fábricas, la gente de todas las industrias, deben asociarse y trabajar
por estos infelices.

SAMAEL AUN WEOR
CRISTO SOCIAL 1961

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