jueves, 7 de abril de 2016

Todi: sabor que nos alimentaba

Esto es un agregado o complemento de las recientes reflexiones-acciones sobre la forma en que distorsionaron y despedazaron nuestra cultura, sobre todo desde sus manifestaciones culinarias o gastronómicas, cuando ésta estaba en etapa germinal (un feto apenas que jamás nació ni se desarrolló, porque el petróleo lo volvió mierda).

Semillas de todi o mucuna
Sobrevive entre alguna gente del campo venezolano, mayoritariamente de más de 45-50 años, el recuerdo de una bebida que antiguamente se tomaba en lugar del café, y también en forma de merengada riquísima hecha con leche de vaca recién ordeñada, con sabor a chocolate. La llamaban todi. No, güevones, no me corrijan: se escribe todi porque así lo pronuncian nuestros viejos. Tampoco lo busquen en Google, ya dejemos el arrodillamiento y la sumisión: es mentira que todo el saber humano se encuentra en internet. El dato venezolano que acompaña la historia del asesinato de esta rara leguminosa (una especie de caraota grande, robusta y con "bemba") es una demostración de ello.
Se trata de la especie llamada Mucuna (no confundir con la mucuna pruriens, que ha sido prácticamente proscrita como alimento para humanos debido a su contenido de un tóxico llamado dopamina). Eso sí se consigue en Google: la información, veraz o no tanto, que criminaliza y condena a las semillas originarias, ya que esto "obliga" o empuja a las masas de consumidores a comprar sólo las que son comerciales y le inflan el bolsillo a alguien. La mucuna (todi) es monte y crece como monte; las caraotas negras, rojas y otros granos comerciales, no se consiguen en cualquier solar y para comerlas hay que pagar. Resultado: para el "saber" generalizado, el todi o mucuna es maligno, es mierdero, es monte; la caraota negra, en cambio, es el grano nacional, y quien siendo venezolano no coma pabellón o declare que le importan una pinga las caraotas negras es marico, vendepatria o loco. Como si ese grano de mierda fuera de aquí (el todi tampoco lo es pero nadie lo está promoviendo como plato nacional obligatorio).
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Miles de personas del campo, de una generación anterior a la nuestra, sabe lo que es todi y muchos lo probaron y disfrutaron. Esa popularidad  sobrevivió hasta que llegó el Toddy con su sabor colosal, producto de la muy eficaz alquimia a que es sometido el cacao. Lo cierto es que el todi original ha caído casi en el olvido. Casi lo mismo que ocurrió con las arepas de verdad, piladas, o peladas, a causa de la hegemonía industrial de la harina precocida de maíz (no olvidar: http://tracciondesangre.blogspot.com/2013/05/alguna-vez-fuimos-de-maiz.html).
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Hay que darle el beneficio de la duda a una duda: no sabemos con precisión si el término se utilizó antes para la leguminosa que para el producto comercial. Dos datos nos hacen sospechar que la industria se apropió del nombre que el pueblo le daba a la merengada, y no al revés. La marca comercial y el producto Toddy llegaron a Venezuela en 1939. Ya saben quién se enyucó a la marca y al producto en Venezuela, ¿cierto? ¿O no? ¿No lo saben? Está bien. Búsquenlo en Google: "Toddy Venezuela".
Desde la década de los 20 el sujeto que "inventó" la fórmula, un puertorriqueño nombrado Pedro Erasmo Santiago, se dedicó a recorrer toda Suramérica registrando a su nombre la marca "Toddy", que al parecer antes fue una marca de una bebida alcohólica escocesa con toque achocolatado. El otro dato es el paralelismo de esta historia nominal con el caso mexicano, donde la mucuna también se toma hace décadas mezclada con leche de vaca (como aquí) pero su denominación entre la gente suena también conocida: los campesinos de México le dicen a la mucuna nescafé.
Tanto en México como aquí la mucuna es aprovechada sólo en una de sus facetas, que por cierto de desdeñable no tiene nada: se siembra en algunas plantaciones y conucos para enriquecer y nutrir los suelos, ya que, como toda leguminosa, tiene la propiedad de inocular nitrógeno en cantidad a la tierra, dejándola fértil y rica para la siembra que viene. Esta utilidad es noble y resulta un alivio saber que al menos para eso se esté usando; lo malo es que hay enredaderas de estas en muchas partes (las he visto hace poco en varios caseríos y haciendas de Barinas, en el llano y en la montaña), pero quienes las ven crecer perdieron el impulso ancestral de recogerlas, tostarlas, molerlas y mezclarlas con leche y azúcar o papelón para tomar. Cuando uno viene con toda aquella pose y aquella actitud de tipo sabio y les dice a esas hermosas doñas septuagenarias del campo: "Señora, présteme una paila para poner a tostar estas semillas", casi siempre la señora responde: "Ah, ¿vas a hacer todi?", y le cede a uno la bendita olla con un bostezo y una mirada de lástima. Segundos después termina de soltar la información: "Eso lo preparaba mi mamá hace años, ahora la arrancamos porque ahí en la tierra que dejan crece un maíz muy bueno".
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El todi es apenas una de las muchas leguminosas que, de manera sistematizada, han sido desaparecidas o liquidadas de nuestra memoria colectiva como pueblo. Como muchos de los productos de la tierra que pueden conseguirse gratis (es decir, sin hacer rico ni pobre a nadie) se creó una leyenda oprobiosa a su alrededor para que la gente termine por aborrecerla y considerarla chimba, tierrúa, poco glamorosa o directamente venenosa. Así como puede conseguirse mucuna en cantidad, afinando el ojo y preguntando, pueden conseguirse tapiramas (granos) en una variedad formidable; la parte cruel del cuento es que muchos campesinos ya no comen "de eso" porque es dizque es venenoso. Es verdad que si no se calientan lo suficiente y no se les cambia el agua algunos de estos granos pueden ser tóxicos o quedar muy amargos, pero la solución es tan sencilla como esa que se insinuó arriba: usted las remoja en agua en la noche y les bota el agua en la mañana, o las hierve, les bota el agua y las vuelve a hervir. Ningún secreto; es lo mismo que debe hacerse con los quinchonchos y cualquier otro grano si no queremos inflarnos como un globo.
Yo me precio de ser aprendiz de catabre (esos sujetos que andan por ahí repartiendo semillas a quien quiera sembrarlas o regalarlas a gente que las cuiden, se las coma y me guarde unas cuantas para seguir propagándolas), y en el poquísimo tiempo que tengo en eso han pasado por mis manos unas siete variedades de semillas nativas, orgánicas, sanas, y sobre todo no comerciales porque crecen en enredaderas y es muy difícil mecanizar su cosecha. He visto y difundido entre gente que siembra tapiramas negras, moradas, bayas, manchadas, marrones, blancas (tapirusa o cabelo de ángel) y dos especies de paspasas (negra y marrón), todi en cantidad. Por aquí cargo algunas paspasas y semillas de todi. Si tienes dónde sembrarlas y cuidarlas hasta que den sus frutos, te las regalo.
No creo que eso sea suficiente para  roncarles en la cueva a las semillas comerciales (lentejas, arvejas, caraotas negras, blancas o rojas), esas que son muy populares y vienen hasta el seguegue de venenos, fertilizantes e insecticidas, pero que la gente considera emblemas de la nacionalidad y hacen que uno piense orgulloso, cuando se mete una cucharada de caraotas, "coño, qué venezolano y qué tipo del pueblo soy".
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En Venezuela hay una pujante red de Guardianes o Custodios de Semillas. El año pasado realizaron un encuentro en Monte Carmelo, estado Lara, y allí se tomaron decisiones importantes: http://www.docuven.org.ve/video/178/Guardianes-de-Semillas

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